sábado, 13 de septiembre de 2008

Fotografía: Gustavo Reverdito





Fotografías de Gustavo Reverdito



sábado, 30 de agosto de 2008

Fuera de Juego

La señalización consta de dos fases. En la primera fase, tras verificar la posición y la influencia del jugador, el asistente levantará verticalmente su banderín y buscará enlace visual con el árbitro. Si se señala fuera de juego con el banderín y el árbitro no lo ve inmediatamente, el árbitro asistente deberá continuar señalándolo hasta que el árbitro lo vea o el balón sea claramente controlado por el equipo defensor.
En la segunda fase, tras pitar el árbitro, el asistente indicará en que tercio del terreno de juego (a lo ancho) se produjo la infracción, señalando hacia el interior del campo, a la altura del lugar en que debe ejecutarse el saque, de igual manera que si señalara un saque de esquina (si el jugador estaba próximo a él), un saque de meta (si el infractor estaba en la zona central) o un saque de banda (si el infractor estaba en la banda opuesta).
Si un asistente tiene alguna duda sobre una infracción de fuera de juego, la FIFA no recomienda alzar el banderín (es decir, beneficiará al atacante). Para garantizar la valoración correcta del fuera de juego, un árbitro asistente no debe levantar el banderín antes de valorar el movimiento del balón (dirección, velocidad, distancia, desviación, etc.) y la implicación del jugador en el juego activo por interferir el juego, interferir a un oponente o conseguir ventaja de su posición.

domingo, 13 de julio de 2008

El fanático

El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua.El fanático llega al estadio envuelto en la bandera del club, la cara pintada con los colores de la adorada camiseta, erizado de objetos estridentes y contundentes, y ya por el camino viene armando mucho ruido y mucho lío. Nunca viene solo. Metido en la barra brava, peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y da miedo el miedoso. La omnipotencia del domingo conjura la vida obediente del resto de la semana, la cama sin deseo, el empleo sin vocación o el ningún empleo: liberado por un día, el fanático tiene mucho que vengar.En estado de epilepsia mira el partido, pero no lo ve. Lo suyo es la tribuna. Ahí está su campo de batalla. La sola existencia del hincha del otro club constituye una provocación inadmisible. El Bien no es violento, pero el Mal lo obliga. El enemigo, siempre culpable, merece que le retuerzan el pescuezo. El fanático no puede distraerse, porque el enemigo acecha por todas partes. También está dentro del espectador callado, que en cualquier momento puede llegar a opinar que el rival está jugando correctamente, y entonces tendrá su merecido.


Eduardo Galeano